La Iztaccihuatl inspiró al Dr. Átl magníficos cuadros, a Antonio Velasco Piña una novela que atrapa la imaginación y a mí, en un día despejado la que otrora fue Tenochtitlan, en el balcón del cuarto de azotea donde viví, me inspiró un texto, un choro chido que llora por un poco de esperanza… Se los comparto al final de la entrada.
Paisaje con el Iztaccíhuatl, Dr. Átl (1932)
El volcán con su leyenda
Los dos grandes volcanes del centro de México son ricos en leyendas y no siempre coinciden, una versión los hace enamorados, a él un guerrero, a ella, una princesa suicidada por una noticia falsa (como en los noticieros de hoy): la desgracia de Popocatepetl en la guerra. El cuerpo de Iztaccihuatl yace con rigor mortis mientras su consorte la llora hincado. Luego, ambos se transforman en los volcanes actuales. Uno humea, está encendido, del otro cesó su actividad antes de la última gran glaciación… ¿Será porque uno está hincado, llorando, y la otra es sólo un cadáver?
No hemos sido pocos quienes sucumbimos al hechizo del sueño de Iztaccihuatl, y uno que dedicó su enorme talento a ella fue Gerardo Murillo, Doctor Átl, de quien les comparto el siguiente poema en prosa y su Paisaje con el Iztaccíhuatl de 1932, imagen que abre esta publicación. En realidad, la imagen del reproductor de audio al final de la entrada también es de Dr. Átl, uno de sus característicos aeropaisajes, éste de la montaña que nos ocupa.
El Popocatépetl y la Iztaccíhuatl
Joyas de la Corona de América erguidas entre dos océanos —espuma del Planeta— joyas soldadas por el fuego primitivo, unidamente grabadas en la imaginación de las generaciones —sinfonías de piedra y nieva creada por la energía sin nombre— oleaje petrificado de un antiguo mar cósmico —grandeza desesperante y serena— montes augustos —levantados sobre la aspereza de los caminos— impasibles y formidables, iluminan y fertilizan en el reposo de su muerte toda la tierra de Anáhuac.
Dr. Átl (de Las Sinfonías del Popocatépetl)
La esperanza y Regina, otra cara del sueño de Iztaccihuatl
Fotografía de Regina Teuscher Kruger
Lo malo de las historias o cuentos no es que sean terribles, su peor treta es que inserten la semilla de la esperanza en los surcos que abrazan por los cuatro rumbos a los magníficos castillos en el aire que construye la imaginación, propia o de otros, pues prestamos nuestra potestad imaginativa a las historias que consumimos, por el medio que sea. Y también nuestra preeminencia para tomar decisiones sobre nosotros mismos, pues dejamos a un lado nuestro Yo cuando consumimos una historia para en vez, calzarnos el Yo propuesto. La novela Regina es uno de esos artefactos creados por el hombre y que acaban no sólo por tomar vida propia, sino que terminan por apropiarse de las de su creador y de otros.
Hay quienes creen como verdad, como HIstoria, el mito planteado en los libro de Antonio Velasco Piña: Regina es una Dakini (como un hada tibetana) encarnada que en realidad es el Regreso de Cuauhtémoc, es una mujer destinada a ser reina de México (me parece que aquí la interpretación espiritual es la que los mismos adeptos adoptan y adaptan),para cumplir su misión crece y se entrena en Tibet y China, llega para organizar un movimiento de «mexicanidad» en el país en compañía de «Los Cuatro Auténticos Mexicanos«, como se les nombra en la novela, movimiento paralelo al estudiantil o, según la novela, su causa real. La misión que se plantean Regina y los suyos es despertar a los volcanes:
«Efectuando un ritual que despierte a los dos seres más poderosos del país: el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl. Cuando ellos despierten tomarán a su cargo la tarea de reactivar la dormida conciencia de las demás montañas del país, las cuales a su vez, irán haciendo poco a poco lo mismo con todo el territorio. Cumplido ésto, tarde o temprano, los habitantes humanos tendrán que despertar y México podrá de nuevo cumplir con su sagrada misión de colaborar al desarrollo del Universo.»
Antonio Velasco Piña
Éste ritual consistirá en las manifestaciones estudiantiles de 1968 y la «Reina de México», será en la vida real una edecán de las Olimpiadas de México 68… Pero antes, previo a que el Ejército tomara el campus de Zacatenco del IPN, Regina descubrió que no había despertado:
Rebosante de felicidad, Regina envió un telepático saludo a la Iztaccíhuatl. No recibió respuesta alguna. Intentó una y otra vez la comunicación, obteniendo idénticos resultados. La montaña conocida popularmente con el sobrenombre de «La Mujer Dormida», parecía empeñada en dejar ver lo acertado de su denominación.»
Antonio Velasco Piña
Lo volvió a intentar. Esta vez, la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco será el despertador. Pero tampoco funcionó, no despertó y cada vez me inclino más a pensar que es porque murió, la princesa Iztaccihuatl yacía muerta…
En todo caso habría que revivirla, zombificarla, no despertarla…
Me quedo con un gusto amargoso en la boca, al menos el autor de Regina y sus seguidores tienen esperanza y, quizá, fe… ¿Que se basan en quimeras? Quizá, un poco, sí, pero todos estaremos de acuerdo en que tampoco hay mucha verdad en que un niño sea parido por un mujer realmente virgen, ¿cierto?
Necesitamos como seres humanos, yo al menos, esperanza y, si se puede, si alcanza algo de fe, son una bastión, una isla en medio del mar tempestuoso; necesito la ilusión de que las cosas cambiarán para bien, algo para no preguntarme una y otra vez ¿PARA QUÉ?
Sí, está bueno tener esperanza y fe, y tiene que depositarse en algo, en nimiedades si se quiere, siempre y cuando sea suficiente combustible para que nuestra alma segregue un poco de estas néctar y ambrosía espirituales… Por esto escribo, y palabreo:
Poema del libro CoraSón de sortilegio
Diseño de Hamath Guevara/Poema de Jaime Coello